Myrna Báez: audaz, exigente y valiente

Myrna b

Ante la partida de Myrna Báez se nos nublan los ojos de recuerdos, tanto de su potente personalidad como de las imágenes, los colores y formas que hizo suyos y que nos regaló a travės de su fecunda y extensa trayectoria. Myrna nos hizo ver a Puerto Rico, a su vegetación, sus pobladores, sus luces y paisajes, como no los habíamos visto nunca antes, y curiosamente, en seguida los reconocíamos y hallábamos en ellos claves de la cultura y las formas de ser de los puertorriqueños.  Los artistas nos muestran lo que no sabíamos que llevábamos dentro.

Myrna fue una pionera en muchas dimensiones.  Tanto en su propia obra, abierta siempre a la exploración de imágenes y tėcnicas, como en abrir oportunidades y espacios para artistas de grupos  históricamente excluidos del quehacer cultural por razones sociales o de gėnero.  Las mujeres artistas encontraron en ella un ejemplo y modelo.  Era exigente, sí, consigo misma y con sus discípulos, como lo habían sido con ella sus maestros; pero sabía reconocer y estimular talentos, el propio y los ajenos.  No se dejó vencer, ni por prejuicios ni tampoco por tentaciones de grandeza, según fue recibiendo muy merecidos reconocimentos a travės de su vida, entre ellos, el doctorado Honoris Causa que le otorgó la Universidad del Sagrado Corazón en 2000.

Myrna Báez está, y seguirá estando, con nosotros.  En palabras de Juan Ramón Jimėnez,  “ĬSobre mi cuerpo muerto, mi obra viva!”

Hoy sentimos su muerte; celebramos su vida intensa y rica, y su legado artístico, que pertenece a todo Puerto Rico.  En los días por venir, habremos de encontrar maneras perdurables para preservar y compartir su memoria y su ejemplo. La Fundación Puertorriqueña de las Humanidades se une al pesar que embarga a los puertorriqueños por la muerte de nuestra gran artista.

Margarita Benítez, Directora Ejecutiva

Envía un comentario

Debe estar conectado para escribir un comentario.